El oficio de un artista

Ayer, sábado, Benjamín Lacombe firmó y dibujó ejemplares de sus libros en la víspera del fin de su semana en Madrid.
Llegué a la firma esperando que en poco tiempo tendría mi ejemplar dedicado pero no podía imaginar que para subir dos plantas en la Fnac tardaría más de cuatro horas.
Lacombe firmaba a cada persona cuantos libros llevase y en todos ellos dejaba uno de sus dibujos, pero no un dibujo rápido como tantos autores, sino uno trabajado, combinando el lápiz con rotuladores negros, rojos o blancos, según fuera uno u otro el libro firmado, pidiendo a cada persona que eligiera el dibujo.
En más de una ocasión he guardado cola para que algún ilustrador me dedicara uno de sus libros y nunca había tenido que esperar tanto por la dedicación y el oficio puesto en cada firma por el autor. Es normal que los ilustradores recurran a dibujos más o menos rápidos ante una avalancha de admiradores cargados de libros (Algunas personas llevaban ayer hasta seis libros) pues supone un tremendo esfuerzo para ellos, sin embargo Benjamin afrontó su tarea con energía y un buen talante digno de admiración.
Salí de allí cuando el establecimiento ya estaba cerrado, deseando llegar a casa para descansar y contemplar el dibujo que Benjamin dejó en mi ejemplar de Los amantes Mariposa.